El problema

La Avicultura de carne es la ganadería que demanda más energía de todas las existentes, por las condiciones climáticas que necesitan los pollitos desde que se alojan en nuestras instalaciones hasta que se van a matadero.

Las descomunales subidas en los precios de gas y luz, así como del resto de insumos, no han hecho, sino, hacer insostenible un problema que ya teniamos, no percibir la retribución justa a nuestra inversión, gastos y trabajo. Esta última vuelta de tuerca hace que criar un pollo, para nosotros, sea de media 17 céntimos más caro que hace un año.

Las integradoras se niegan a subir los contratos que tenemos suscritos con ellas. La imposibilidad de negociar lo que nos pagan por no estar unidos hace inviable la negociación colectiva, muy necesaria para equilibrar la balanza. Los  contratos lejos de haberse incrementado, en los últimos años, no ha hecho más que mantenerse o bajar. Como consecuencia, seguir criando pollos supone para nosotros, trabajar a pérdida.

A esto se suma la utilización de nuestra carne por parte de los supermercados como reclamo, ofreciéndola a la venta por debajo de su coste real de producción.

Claramente estamos ante un incumplimiento en la Ley de la Cadena Alimentaria que supone la ruina de nuestro sector, obligando a la quiebra y cierre de nuestras explotaciones. Esto conllevará al desabastecimiento del pollo en los hogares y mercados españoles a lo largo de este año 2022.

Nuestras naves están muy tecnificadas y necesitan una permanente renovación y actualización de equipos para dar cumplimiento a las exigentes normativas vigentes en materia de calidad de carne y bienestar animal.

La suma del valor de nuestras explotaciones avícolas, que es donde los pollos pasan el 99% de su vida, es mayor que el resto de instalaciones de la cadena productiva (mataderos, fabricas de pienso, incubadoras,…) y a pesar de eso son nuestros clientes, las integradoras, las que nos establecen las condiciones económicas no pudiendo de facto negociar nada con ellas.